Maria Gabriela Montes Figueroa
La playa del absurdo
Aquí nada es lo que parece. El lugar, no es el lugar. El cuerpo aunque es cuerpo, no obedece, no se esconde, no se cubre del frío, ni cede ante la incomodidad. El cuerpo aunque es cuerpo, no se fija en lo establecido, ni en lo políticamente correcto. No le interesa obedecer, ni ser aceptado, mucho menos ser entendido. Así como la lana aunque es lana, no se comporta como tal. O como pensamos se debería comportar. Su color ya no parece denso sino vaporoso, ligero, translúcido. Sus fibras aunque se entrelazan ya no cubren, ni protegen. En la playa del absurdo, Bogotá no es Bogotá. Lo cubriente no cubre, las masas densas, ya no son tan densas, ni protectoras, ni subyugadas. ¿Y si tomamos el sol bajo esta ciudad? ¿Y si salimos a pasear? ¿nos calienta? ¿nos enfría?